¡Amigos, he vuelto a Chile! Ahora mismo estoy en Santiago, en casa de Joaquín, pero acabamos de volver de pasar todo el fin de semana fuera. ¡Y ha sido un fin de semana más que genial!
Hemos estado en La Serena, una pequeña ciudad en el norte de Chile, junto al mar. ¿Sabíais que es una de las ciudades más antiguas de Chile? Fue fundada en el siglo XVI por unos conquistadores españoles llamados Juan Bohón y Francisco de Aguirre, aunque antiguamente esta zona fue habitada por el pueblo diaguita.
Nuestro hotel estaba junto al Faro Monumental, así que teníamos unas preciosas vistas al mar. ¡Qué playa tan larga hay allí! Aunque, según la guía, en realidad son varias playas diferentes. Por desgracia, hace poco hubo unas marejadas muy grandes que destruyeron parte de varios edificios que estaban junto a la playa. Torres de vigilancia, un barquito encallado, un pequeño restaurante que se vino abajo… Por suerte los chilenos siempre se las arreglan para que, después de una catástrofe, en seguida todo vuelva a funcionar normalmente. ¡No sé cómo lo hacen! Pero lo que más me llamó la atención fue la cantidad de conchas que llegaron a la playa. ¡Había que caminar con mucho cuidado! ¡Cómo pinchaban!
A lo largo de toda la Avenida del Mar, hasta llegar a Coquimbo (la ciudad vecina, que da nombre a la región) hay muchísimos restaurantes donde sirven comida típica que, por supuesto, incluye muchísimo marisco. Ya os he hablado alguna vez de la la gran variedad de marisco que tienen por aquí, en el artículo sobre el Mercado Central de Santiago os enseño un mejillón más grande que yo. Esta vez me comí una buena empanada de marisco. ¡Qué rica estaba!
Pero La Serena no sólo es playa. ¡Hay muchas cosas más que hacer! Así que os recomiendo que os paséis por la oficina de información, donde os podrán dar una guía no sólo de la ciudad, sino también de toda la región de Coquimbo, con un montón de excursiones geniales. ¡Incluso hay una excursión para ver pingüinos! A esa me apunto la próxima vez, cuando vaya con tiempo. Muchos de los datos interesantes que os doy aquí, los he aprendido gracias a esa guía. ¡Gracias, chic@s de la oficina!
Museos, parques, mercados… Está el museo arqueológico, junto a la Plaza de Armas (¡muy bonita, por cierto!), donde uno puede aprender muchas cosas interesantes sobre los antiguos pobladores de la región: los diaguitas. Eran un pueblo pacífico que formaba parte del imperio Inca y vivían en todo el valle del Elqui. ¡Había cantidad de cosas de arcilla hechas por ellos! Sin embargo, desaparecieron con la llegada de los españoles a Chile.

Esta es la Plaza de Armas, donde están el museo arqueológico, la oficina de información turística y la catedral.
Otro lugar imprescindible es la Recova, un gran mercado donde venden muchos dulces artesanales. ¡Y ahí hay que comer papaya confitada! Es la especialidad del lugar, ya que en todo el valle del Elqui se cultiva la papaya. ¡Qué buena está! No sólo compramos papaya confitada, sino también turrón de papaya, bombones de papaya, chumbeque de papaya…
Otra cosa interesante de ver son las cinco Iglesias de Piedra Caliza, cada una más antigua que la anterior: la Iglesia Catedral, junto al Museo de Arte Religioso; la de Santo Domingo, con su preciosa torre; la de San Agustín, al lado de la Recova; la gótica Iglesia de la Merced; y la de San Francisco, la única que no se quemó en el incendio de 1680 (¡provocado por un pirata!).

¿Qué os parece la torre de la iglesia de Santo Domingo?
¡Y no nos olvidemos de los parques! Está el Pedro de Valdivia (¿os acordáis de quién era? Os hablé de él cuando visité el Cerro Santa Lucía en Santiago), que llama la atención por tener alpacas pastando libremente. Eran muy bonitas y peludas, pero me daba miedo que me diesen un mordisco. También tiene un pequeño zoológico donde tienen animales de granja, y otros como tortugas gigantes y cóndores (¡qué pájaro tan enorme!). Donde sí me atreví a salir fue en el jardín japonés. ¡Qué bonito era! Era un poco más grande que el de Santiago, me recordó en parte a la Eko Haus de Düsseldorf. Había un estanque con patos, bonsais, puentes… ¡Qué relajante!
Si os gusta mirar desde las alturas, tenéis también varios miradores. Para mi gusto, el Santa Lucía es más bonito. Tiene todavía restos de la arquitectura colonial española, y desde arriba tiene unas vistas preciosas de la ciudad entera y del mar.
Pero algo que, sí o sí, es imprescindible si vais a visitar la Serena, es recorrer el Valle del Elqui y sus pueblecitos. ¡Qué maravilla de paisajes! Pero esto me da para un nuevo artículo, así que en el próximo os contaré mi ruta hasta Vicuña y el observatorio de Mamalluca. ¡Y os contaré cómo vi los anillos de Saturno!
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