No se si os habéis dado cuenta, pero ¡se acerca la navidad! Y eso significa que los mercadillos de navidad ya están montados por toda Alemania. ¡Qué ilusión! Esta semana he ido con Marta y sus amigos, Adrián y Marina, a comprar regalitos y adornos para nuestra casa.
¡Parece una navidad de cuento! Figuritas de deshollinadores de madera, molinillos que se mueven con velas, bolas de cristal, casitas de cerámica iluminadas… ¡Dan ganas de comprárselo todo! ¡Y hasta han puesto un árbol de navidad gigante en la plaza!
Aquí estamos Marina y yo, bien abrigadas. ¡Qué frío hacía!
Y eso no es todo. También había montones de cosas ricas para comer. Perritos calientes (con curry, como les gusta a los alemanes), caramelos de anís, almendras garrapiñadas, castañas asadas, galletas de navidad (como las Spekulatius, típicas de Colonia), y por supuesto, el famoso Glühwein, un vino caliente con especias, que está bien rico y es ideal para los momentos de frío. Yo que una vez me tomé una taza pensando que era caldito… ¡Hic!
¡Desde la cabeza de Adrián se veía todo!
Había tantas cosas que nos gustaban que no sabíamos ni por dónde empezar. Teníamos que comprar adornos nuevos, porque, ahora que tenemos una casa más grande, hay más sitio para poner un arbolito de navidad, luces… ¡Hablando de adornos! Tampoco faltaban figuritas para el belén. ¡Y qué bonitas eran! Las había de muñequitos que giraban, talladas en madera de olivo… ¡Para todos los gustos!
El otro día nuestra amiga Rita nos contó un dato muy curioso sobre la decoración navideña en Alemania. Existe la tradición de colgar en el árbol, bien camuflado entre las ramas, un adorno con forma de pepinillo. «¿¿Un pepinillo??», os preguntaréis. Pues sí. ¡Un pepinillo! Los niños tienen que encontrarlo, y el primero en verlo tendrá un regalo más en la próxima navidad, o más suerte en el año que empieza. Qué curioso, ¿verdad?
Mientras Marta se encargaba de las compras, yo decidí pasearme por el mercadillo a disfrutar del ambiente. ¡Había un carrusel! Así que, allí me quedé, dando vueltas en el caballito hasta que los demás terminaron con sus compras.
¡Yuju! ¡Un carrusel!
A la hora de volver a casa, fuimos a coger el tranvía en Jan-Wellem-Platz y, ¡sorpresa! ¡Allí había otro mercado de navidad! Luego Marta me explicó que en estas fechas hay mercados por todas partes, cada uno con puestos distintos. ¡Un día deberíamos hacer una ruta por todos los mercados de navidad de Düsseldorf! Ay, si no hiciera tanto frío…
En cuanto llegamos a casa, Marta me enseñó todas las cosas que había comprado. ¡Me había comprado un jersey de navidad! ¡Y un caramelo de bastón! ¡Qué ilusión! Me lo puse inmediatamente.
Me puse a escribir la carta a Papá Noel. ¡No vaya a ser que llegue tarde!
Y por supuesto, nos pusimos a sacar las cosas de navidad de la caja. ¡Qué divertido es decorar el árbol de navidad! Aunque nosotras no tenemos pepinillo… Como nuestro árbol es pequeñito, lo hemos puesto encima de un banquito, para que haya sitio para dejar los regalos debajo.
¿Sabéis otra cosa interesante? En Alemania, San Nicolás, o Nikolaus, como lo llaman aquí (el nombre de Santa Claus viene de San Nicolás, ¿lo sabíais?), viene la noche del 5 al 6 de diciembre, para ver si los niños se han portado bien. Los niños tienen que dejar sus botas en la puerta de casa. Si han sido buenos, Nikolaus les deja caramelos, pero si se han portado mal, su ayudante Knecht Ruprecht los castiga dejando en las botas un palo o caña.
¡Pero este Nikolaus no es el mismo que el Santa Claus que conocemos! A nuestro Santa Claus o Papá Noel, en Alemania lo llaman Weinachtsmann, y es el que trae los regalos la noche del 24 de diciembre. Qué lío, ¿verdad? Bueno, supongo que los alemanes también se harán un poco de lío con nuestra tradición de los Reyes Magos…
¡Qué bonito nos ha quedado el árbol!
¿Y vosotros cómo celebráis la navidad? ¿Le habéis escrito la carta a Papá Noel y a los Reyes Magos? ¡Daos prisa, que ya falta poco!