Escrito desde el avión, pasado a limpio más tarde.
¡Uf, vaya días más complicados! Nos hemos pasado estos dos días en el hospital, esperando a que Manolo se recupere de su infarto. ¡Vaya susto nos hemos dado! Pero ahora, por fin, está bien, en planta, aunque muy aburrido porque no puede levantarse de la cama. Todos estamos tranquilos, ¡pero ahora tiene que cuidare más que nunca!
Ahora que está todo bien, hemos podido coger el avión hacia Santiago de Chile, donde nos espera Joaquín. En este momento llevamos unas doce horas de vuelo, y aún nos queda un buen rato más. ¡Ya no sé ni cómo ponerme! ¡Qué aburrimiento! Además, se nos ha acabado la batería del ebook, y ya no podemos seguir leyendo. ¡Con lo interesante que estaba nuestro libro! Siempre preferiré los libros normales, que no tienen este problema.
Por lo menos ya ha amanecido y podemos mirar por la ventana. ¡Se ven las montañas! ¡Los Andes son una cordillera impresionante! Sus picos son tan altos que casi parecen rozar las alas del avión. ¡Y eso que seguimos volando a la altura máxima! Algunos picos están nevados y otros se ven marrones, como las dunas de un desierto ¡Qué imponentes son! Me quedo atontada mirándolos… Así al menos estaré entretenida la hora que me queda de vuelo.